martes, 21 de junio de 2011

Hacés como que ingerís clones

Epilépticamente abstraído de esta horrible tétrica realidad. Efusivamente masivo fue el ataque del Poseidón, no sé por qué lo han llamado así al niño. Besaste sus manos, sus piedras, y todo acabó en ese resoplido. Risueñamente ambiguo fue tu malestar, tus pechos se jactaban de haber logrado la hazaña, la madriguera ya no era tal, por ella habían pasado seres de eternos lugares y planetas, tu consumo de fasola había hechote llegar ya más allá. You estabas very lejos. Así hablaba yo en esos tiempos, y así ahora. Nuevamente volvías, nuevamente ¡nueva!, y jodías, siempre jodías. Monos de polvo en cráteres ricoteros. Recíprocamente hablando de la cursada, me cansé de "usar la mente"; esto tenía que volver, ¡¿y en forma de fichas?! No lo sé, pues tu eyección ya fue más allá de lo posible, incluso de lo tangible. San Martín, Rousseau, Engels, Berger, Giussepe Rossi, el Zar, Chesterton, Sófocles, Oé, Pueyrredón, Rosas, y más, pasean por tu incontenible cerebro librado al azar. Y por el de él, libado desde hace centurias por extraños marcianos no pertenecientes a Marte, corruptos hasta en su fisonomía, otra vez extraños en su manera de hablar, y... temibles, por supuesto. Ligás hasta en el truco, corrés por un túnel sin fin, por un puente a lo Dragon Ball Z. Corrés lejos de tu lujuria, de tus ojos, picantes, lejos de tu malaria y tu ambigüedad. Al fin, todo termina, todo pasa de forma rápida. Pero sigue estando. Me acerco. Él sigue estando. Lo veo, lo veo ya de frente, no me doy cuenta hasta el final. Sentado en el umbral más sombrío de Budapest, él, sigue existiendo. ¿Se une? Me acerco más y logro ver que soy yo, soy yo, y hasta está (¿estoy?) vestido como yo en este momento. Y vuela su esencia como en cenizas (por el viento budapestense). ¿Él? No, yo. Es decir, también él. ¡Pero el del umbral sí queda, esa "versión" queda! Y acá estoy. Tranquilo. Con termo y mate en el submundo entrerriano del futuro, en Budapest. ¡Pessssssssssstte no hay!

1 comentario:

  1. Oye, este relato me ha llevado al submundo eterno del flagelo, ¡una vez más! ¡Es genial!
    Felicitaciones
    Vicente Josep Calderón

    ResponderEliminar

hablá, expresate (o te busco).dale no temas